Mi cuerpo con diáfana querencia paseará calmado a tu lado. Sin ritmos, ni palabras, ni besos. Y una última vez detendré el tiempo en el instante mismo en el que debería haber estallado la Revolución.
Me dejo llevar por el olor en tus manos: en una sala de espera llena de despropósitos ese olor a pastilla de jabón de manos me hace perder la concentración y ya sólo siento el metrónomo sobre el mostrador de la recepción. Esta vez, mujer, no me has contado una historia de borrachos. Esta vez me has contado que no puedes comprar el pan de hoy, el hambre de mañana.
Que se te haya descosido la bastilla de la falda ha sido el detonante de la carcajada. Y ahí hemos amanecido: mamás suricata, desnudas, en sus respectivas atalayas, tomando precauciones.
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ResponderEliminarBusca este video, es un buen acompañamiento para este maravilloso post.
Eliminarhttp://youtu.be/QseH-nL-nU0
Saludos.
Maravilloso último Baile. Gracias.
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